Blog de Armando (La bruma)

Viajes cerebrales y poesia (work in progress)

jueves, marzo 27, 2008

Universos Inversos #2

El cielo estaba azul, sin ninguna nube. Lo cual es bastante extraño en esas latitudes, pero lo recuerdo bien. Al fondo, divisé aquella casa de madera, en la que más de alguna vez literalmente me congelé en los inviernos. Ya que la ubicación de la misma, en altura, recibiendo siempre tanto el viento norte como el del sur; y haya la diferencia que haya, me cagaba siempre de frío igual.

Comencé a caminar hacia la casa, cuando en un momento me detuve. ¿Para donde mierda estoy caminando? me dije. Acaso me voy a encontrar conmigo mismo y va a quedar la crema, ¿Qué hacía?, en ese momento realmente me sentí perdido y mi temor a no poder salir de ahí comenzó a aumentar y a sumarse con todos los demás miedos. Con lo que comencé a intuir que podría desencadenarse una agradable y simpática, crisis de pánico. Avancé sigilosamente por entre los arbustos; recuerdo esos “Chacaes”, como le decían los de por ahí, de como se incendiaban con una rapidez increíble al prenderles un fósforo. De hecho, una vez casi dejé la cagá con dos medios hermanos el verano del `91. El fuego aumentó tanto, gracias al viento, que casi pescó los cables de luz y una casita cerca de un árbol bajo. Gracias a dios algo pasó y el fuego no aumentó más.

Algo me decía que aquel momento era en “ese” verano.

Me senté en un pequeño montículo al lado de un avellano mientras el sol comenzaba a descender y el viento empezó a recordarle a mi cuerpo el como era cagarse de frío.

Traté de efectuar el ejercicio para escapar de ahí, pero no funcionó, creo que habré tratado unas diez veces hasta que una voz muy familiar me hizo salirme de mi estado de concentración.

Era la voz de mi padre.

-¿Qué haces aquí, mijito? – me dijo.

Sin ni siquiera pensarlo me levanté rápidamente y lo abracé con fuerza. No lo veía hace tantos años y el único recuerdo vivo que me quedaba era verlo muerto en el ataúd durante el velorio.

- Te estamos esperando para la once, hicieron pan amasado y trajimos un jamón muy bueno de Puerto Montt. – Mi miró sonriendo – Ven, vamos que hace frío y no me quiero resfriar.

Quise decirle algo mientras secaba mis lágrimas, cualquier excusa, como que no podía, como que no era su hijo “actual”, pero, cuando me dispuse a hablarle me di cuenta que él me había visto y, de hecho iba junto a mi camino a la casa pero nada me había dicho. Y la verdad, que la diferencia entre aquellos años y “mi” presente eran varias, ya que de partida la cantidad de cabello había disminuido notoriamente en mi cabeza.

Entonces instintivamente me toqué la cabeza y ahí paré en seco. Tenía todo mi pelo, largo y sedoso como en una propaganda de televisión. Corrí hacia la casa para verme en un espejo, olvidando a mi padre en el camino.

En el baño me vi en el espejo y no quise dar crédito a lo que mis ojos veían. Mi ropa no era la misma, mi cara y cuerpo eran notoriamente más jóvenes. Eran los que tenía en aquella época de mi vida. Me acordé de la película El efecto Mariposa y de las horribles consecuencias que ello me podría acarrear. Me senté en el güater y traté de organizar nuevamente los acontecimientos.

Todo se rompió con en agudo y corto sonido de algo semejante a un grito de vieja loca, acelerado unas cientos de veces.

Al frente mío, apareció de la nada un sobre verde con un logo amarillo que decía: T i T A L (Time Travel Agency Lottery).

Ahí me cayó la teja. Obvio, nada es por que sí.

En el sobre de la “Agencia de lotería del viaje en el tiempo” venía un pequeño instructivo junto con las felicitaciones de un tal Nosferatu Le Bon (me imagine al tipo de Duran-Duran pelado a lo Klaus Kinski cantando algo semejante a Marylin Manson).

El instructivo era simple. Primero el número de boleto con el cual se suponía había participado: AA1-2459900-07.

No recordaba haber comprado nunca ningún número de lotería, ya que para ganar algo decente había que comprar el “entero” y para eso yo no tenía plata hace mucho. A lo más, compraba raspes o algo de no más de mil pesos. Seguí leyendo.

En el instructivo se decía lo mismo que me habían explicado los dos extraños tipos en la obra, más un par de puntos fundamentales para mí estado:

Uno: No se puede abandonar el lugar antes de cinco horas. Ya que según el folleto eso garantiza una buena “interiorización” del “acontecimiento”.

Dos: No tener relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos 100% eficaces.

Y una advertencia que me dio escalofríos:

En el caso de ser muerto, abducido u/o desintegrado por una banda ya sea humana, reptiliana o gris. Nos reservamos el derecho a sustituir al concursante y su grupo familiar (donde corresponda) con clones clase Mercury.

Por eso siga siempre las instrucciones.

Buen viaje.

Tocaban la puerta.

Mi papá me llamaba nuevamente para pasarme unos pantalones secos y para sentarme a la mesa con todos a tomar el té. No sabía que hacer. Los extrañaba tanto a todos, y por sobre todo a él y a mi madre, que ya no estaba en ese lugar. Nuevamente comencé a lagrimar.

- Ya voy papito – le dije – estoy ocupado, tome asiento no más. “Te quiero mucho mi viejito”, pensé, mucho.

La once estuvo muy rica. No recordaba lo bueno que era tomar té en el sur, del olor a la leña que salía de la cocina y al ruido del campo. No quise hablar mucho, y lo más que hice fue reírme de todas las conversaciones de los niños, ya todos unos huevones de mierda, materialistas, pensando en como cagarse al del lado para tener más plata y llegar de lo más lindos al cajón.

Me levanté para mirar el anochecer por el ventanal al fondo del living.

Las nubes corrían sutilmente por el canal de Chacao hasta amontonarse hacia la isla grande y volviéndose cada vez más grises. Iba a llover en la noche.

Le di un beso en la cabeza a mi papá mientras hablaba con Martita, su actual señora (madre de los niños) y se cruzaba de piernas sobre el sofá café, esos de cubierta de cotelé.

Salí a fuera y una vez más el viento me dijo “hola”, miré hacia la casa y sentí paulatinamente como todo aquello solamente parecía un sueño muy real y que pronto me iría de ahí

Caminaba en dirección al corral mientras volvía a preguntarme cuando volvería a ver a mis hijos y a mi esposa (si es que cuando volviera ella aun seguiría casada con migo), cuando sentí más frío en la cabeza que hace unos momentos atrás. Nuevamente me toqué la cabeza y esta vez sí que estaba con mi insipiente calvicie. Quise correr en dirección a la casa, pero me detuve. Más allá de la casa divisé una columna de humo.

Era el humo de los arbustos. Corrí por el costado de la cerca que daba a la entrada de la casa tras varios árboles para que no me vieran. Ahí en la terraza de la casa estaba mi padre, los niños y yo.

Es extraño verse a sí mismo. Sobre todo cuando uno se ve más joven o casi niño al borde de los recuerdos. Es como ver una foto grande pero con la certeza de la vida y del tiempo. No sé si en aquella primera oportunidad me di cuenta de eso, pero los momentos son únicos e irreemplazables, ya que la sensación de existir en “ese”exacto momento es, por decirlo de alguna manera, casi mágico (aunque de hecho ya no creo en la magia).

Me acerqué lo que más pude al fuego por el lado contrario a la visión que tendrían en la casa. Ahí estaba la pequeña cabañita y el poste, nuevamente el grito de vieja loca y un cubo naranjo apareció ante mis pies.

El cubo tenía un papelito pegado a un costado:

“TRAGA FUEGO”- Lanzar a las llamas y luego de unos minutos, enterrar.

Lo hice. Y el cubo comenzó a “tragarse” poco a poco al fuego. Yo me escondí tras otros arbustos que no habían sido alcanzados por las llamas a la espera de que el fuego menguara completamente. Al cabo de un poco más de quince minutos paró y sólo quedó un poco de humo y mi asombro.

Al tratar de tomar el cubo, que no medía más de diez centímetros de lado, me quemé los dedos y nuevamente el grito de vieja loca se hizo presente y apareció una pequeña pala y una bendita al lado del “traga fuego”. Estos huevotes hacen todo de a poco, pensé.

A la distancia oí:

- Papá, paró el fuego – Era la voz de Pedro, uno de los hijos de Marta.

Sí, realmente este era “ese” verano.






En adelante esta novela in progress ira en su propio blog :UNIVERSOS INVERSOS

 
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