Blog de Armando (La bruma)

Viajes cerebrales y poesia (work in progress)

jueves, marzo 02, 2006

La Fiesta de la Pelirroja

Cuento publicado en www.calabozodelandroide.cl hace un par de numeros. evoca los grandes momentos de mis veinte y tantos años y antes. Disfrútenlo...


LA FIESTA DE LA PELIRROJA





Hace algún tiempo, mas de cinco años creo, me convidaron a una anunciada fiesta en la casa de la Pelirroja. Mis grandes amigos de aquel entonces : Pablo, Enrique y Marcelo me fueron a buscar a eso de las diez de la noche a mi departamento, y la verdad que les costó bastante sacarme de mis ocupaciones mundanas de aquel momento, estaba de lo mas entusiasmado viendo un nuevo show con entrevistas , canciones y humoristas en la televisión; pero luego de tanta insistencia opté por apagar el aparato y dejar a los brazos del azar una posible participación en el show ya que había llamado varias veces para concursar.
Llegamos a la casa de la pelirroja luego de pasar a comprar algunos cigarrillos y algo de licor. El centro de reunión era el patio trasero de la casa, este se semejaba a una caja de lápices de colores; casi todos los invitados tenían pelos de diferentes tonalidades y estaban apretados como una lata de sardinas. Fumaban, se drogaban , saltaban y reían chillonamente. La morena de ojos cafés me dio a beber una copa de un licor algo amargo el cual me hizo cosquillas en el paladar y rápidamente ataco mi cabeza,
Después de comer rábanos fuimos a bailar un poco de ópera ( creo que era Carmina Burana o algo así) en lo que los padres de la pelirroja ( un tipo flaco, medio calvo y de nariz aguileña, y una mujer gorda de gruesos lentes llena de pecas ) mataban al perro de la casa para asarlo a la parrilla. El gordo de la fiesta – infaltable - se tiraba de güata al piso mientras todos lo pateaban y le lanzaban serpentina. La pecosa y graciosa pelirroja se reía de buena gana mientras hacía streap-tease sobre el sofá azul con pintitas verdes que estaba bajo el naranjo repleto de loros que gritaban sin parar.
En la cocina estaban los que no bailaban. Ahí estaba Enrique, que junto a otros dos se cortaron las venas por sentirse totalmente rechazados por las damas, otros dos tipos que iban a hacer lo mismo se miraron y se fueron al piso de arriba desnudos de lo mas monos.
Los que se cortaron las venas y mi malogrado amigo Enrique se lanzaron por el desagüe con un par de peones. La morena de ojos cafés me sacaba los calcetines y los pantalones mientras los padres de la pelirroja copulaban tiernamente sobre la mesa del comedor rodeados de papitas fritas, tomate y aceitunas sevillanas y los demás se comían al perro de la casa, un chow-chow bastante amistoso.
El flaco de la fiesta, que era el Marcelo, se dedicó a perseguir a los niños que se habían introducido a la fiesta con una tijera de cortar pasto. Logró cortarle la cabeza a tres, y sus cuerpos no los pudo encontrar durante casi toda la noche.
Y todo esto pasaba en la gran fiesta de la pelirroja.
Cuando ya nos encontrábamos mas o menos cansados llegó la hora de los juegos. Jugamos al rompecabezas, logramos destrozarle el cráneo a cinco invitados; y al gordo de la fiesta, que se había dedicado a manchar con grasa todo el suelo, le pulverizamos el cerebro. La exquisita pelirroja tomo de las manos a un pelado chico y a mi morena de ojos cafés y los hizo hacer lagartijas hasta que a uno de los dos le diera un calambre. Ahí termino todo. Llegó la policía; que con lanzallamas comenzaron a quemar todo lo que se cruzara por su camino – hasta el naranjo - . La mamá de la pelirroja tomó varias bombas Molotov del refrigerador y les lanzó dos a cada policía. Por su parte la Ley le dio “salsa de golpes” hasta dejarla lista para ir a bailar “cueca solo”.
Por otra parte el padre de la pelirroja algo nervioso se puso a discutir con uno de los policías. Súbitamente el oficial le insinuó algo al oído y se dirigieron a la patrulla donde asomaban por la ventana graciosas cabelleras rubias y grandes senos.
Los otros policías se dedicaron a poner orden: uno paso la aspiradora, otro lavó la loza, otro trató de reparar infructuosamente el daño causado y lloró bajo el ennegrecido naranjo y el último preparó refrescos naturales. Después de las clases de tránsito la policía se retiro y la pelirroja a pesar de todos sus esfuerzos, ya no brillaba como antes.
A las cinco de la mañana se puso a llover. Varios se dedicaron a tapar las goteras con zapatos y sombreros. En el medio del alboroto la pelirroja llamó a todo el mundo nuevamente al patio, ahí nos obligó a hacer gimnasia para combatir el frió y cantar bajo la lluvia. En poco tiempo me aburrí y me fui con la morena de ojos cafés a uno de los dormitorios, ahí leímos el diario.
Así la fiesta de la pelirroja llegaba a su fin. Durante los últimos minutos ayudé a Marcelo y Pablo a buscar a los descabezados que andaban por el techo, cuando súbitamente me caí y fui a parar al rió espumoso. Ahí me encontré con Enrique y los otros infelices, dimos vueltas y vueltas y al final terminamos en una central hidroeléctrica. Nos hicieron añicos.
Mi último pensamiento se lo dedique a mi morena de ojos cafés, la única persona que en toda mi corta existencia me había acompañado a leer el diario. Espero que lo tenga siempre a su lado.
Ahora soy pulso electromagnético, somos como trece millones de “yos”, viajo de ampolleta en ampolleta. A veces cuando tengo suerte me tocan televisores con un buen programa ( por ahí supe que todavía me buscan por el sorteo de aquella noche... había ganado), radios y a veces hasta video juegos. Una tarde de Octubre me encontré con Enrique en un refrigerador, recordamos con nostalgia la fiesta de la pelirroja y nos fuimos rápidamente, estaba muy frío.

Si alguien desea contactarse con la pelirroja llame al primer número que se le venga a la cabeza y pregunte por el Bacalao, el sabrá atenderlo y le dará las facilidades correspondientes. El transporte esta incluido.



ARC 1996.
 
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